martes, octubre 13, 2009

Cargando tintas

La imagen pertenece a Lisandro Demarchi





Tampoco hoy puedo escribir.

Es menester la sangre en puño
para engendrar el verso
y hoy mis venas no eyaculan
ríos tinta.
No es el vino, no
ni el estomago lleno, no
ni los años que pasan
como el caudaloso río
buscando el mar que lo detenga.
Ni el hambre ajeno buscando una garganta
que grite por ellos la injusticia.
Ni la injusticia que arranca de cuajo
los condones de los pobres
para reproducir miserias.
Ni la miseria, que como Dios,
en cada esquina asecha.
Ni Dios tampoco, no
No son Dios ni Lucifer
culpables de mi suerte.
Yo soy dueño de mi Hoy, únicamente;
ayer me tiene de rehén
y no me suelta



las migas y las sobras



No sin asombro vuelvo a las comunes cosas

Prólogo de una felicidad secreta
más cercana a la nada que a todo en absoluto.


Baja sus parpados el sol
y ya la noche , que es ciega,
y atroz como la sombra, a tientas,
penetra el túnel de la magia y de las llaves,
donde soñar es vivir y vivir
es el reflejo de un espejo que todo lo retuerce


La noche es elocuente
y el instante, un árido metal
que cuelga de la inhabitable bóveda
como un péndulo o una espada
que intima una pregunta miserable
(fatalmente las llaves otra vez)
y esta ignorancia íntima de saber
que acaso ser, es no ser nada