martes, febrero 15, 2011

La señora del evangelio






“La mayoría de ustedes nunca se enamorarán, sólo tendrán miedo de morir solos.”
(la maestra de Bart Simpson a su clase)



Fué un 14 de febrero, el alcohol abrió las puertas de las emociones, estimuló las almas y tiro las llaves a la calle. Violencia.

El la golpeó como si viera en ella el rostro de su enemigo. Ella, Clara.R, se resistía a tener sexo anal y él no soportaba que ella lo contradiga. La señora que trae el evangelio los sábados le había explicado que era obra del demonio y que debía aferrarse al señor por sus hijos. Los chicos eran chicos y Clara R. tenía miedo de dejar la casa, había que criarlos. Ella sabía que después él se arrepentía y esa fuerza bruta que descargaba sobre ella, borracho, se transformaba en un derroche de ternura.

Ese sábado la señora del evangelio no vino, Clara R la espero toda la tarde. A las ocho llegó el rubio, le tiró la plata del jornal arriba de la mesa y sin saludar le ordeno que fuera del chino a comprar cerveza. Clara R. la vio salir del mercado. El maquillaje no podía ocultar una paliza furibunda, los ojos negros casi cerrados por los golpes. Clara R se vio en ella sin que ella la mire.

Ella entendió que el demonio tiene comprado al jurado. Siempre gana por puntos.

Esa noche durmió a los chicos y se preparó sumisa a soportar lo que viniera. Tenía terror de quedarse sola pero más terror le inspiraba él.

Cuando la policía le tomó testimonio ella no se atrevió a mencionar el maltrato al que él la sometía, temía quel rubio se enojara si lo denunciaba. El oficial escribió: le pude aguantar que me cogiera por atrás mientras me gritaba. Pero cuando me exigió que se la chupe se me apareció como una visión la cara golpeada de la señora del evangelio y sin pensar apreté fuerte los ojos...y los dientes.