lunes, enero 25, 2010

Abanderada




Pocos placeres se comparan
con verte amanecida, embanderada;
en flecos de sabanas mojadas,
vestigios vivos de una noche mansa.
Entonces me siento al borde de la cama
y te ofrezco un silencio,
un mate que entibie voluntades.
Un murmullo de zorzales atraviesa la casa,
y tu voz me devuelve casi muda;
un convite a liarme en tu bandera.
Tus ojos, clausurados al ahora,
Me miran desde oníricos adentros
y pocos placeres se comparan
con desertar a mi y embanderarte
con un beso en los ojos, un después,
y un mirarte descalza de ataduras.
Desnuda y en la cama. Engalanada.