sábado, febrero 17, 2007

La Nación revista

por Juan de los Palotes


Y ahora la vereda inmóvil despliega el mapa
de los amaneceres ebrios.
Son todos ellos y ninguno,
Sus rostros tienen toda la ceguera de las neuronas muertas.
Sus bocas babean por el borde mas sesgo una sonrisa absurda.
Sus oídos callaron.
Sus manos agitan el temblor de los acordes más tecnos.
La fiesta de sexo droga y rock and roll ya se apaga
cuando el sol enciende.
Ahora las alarmas sintetizan .
Empilados se escombran uno a uno
entre sus pertrechadas nauseas.
Y yo con el diario de domingo bajo el brazo
anhelo, ruego! no ver entre ellos
el rostro de uno de mis hijos.