miércoles, marzo 09, 2011

El usurero




* El fragmento con que remata este cuento pertenece al poema de mi autoría que en fecha 21 de julio de 2008 fuera firmado como propio por el mexicano de ¿Puebla? que firma como Le petit chat noir en el blog En algún lugar de la mancha urbana.

Es necesario denunciar estos hechos. Intimo a esta persona a que cite la fuente y remueva su firma o Remueva inmediatamente mis dos poemas transcriptos en su blog y tomados como propios titulados CUESTIONES INCONCLUSAS/ Y NOS FUIMOS
El plagio es un delito y esta contemplado en el código penal.







A metros de la barrera de Primera junta ( triunvirato del lado oeste) como quien va para el parque de la cervecería Quilmes, en esa barrera que cuando las luces bajan, cuando “ya da la noche a la cancel” pasean como gatos seduciendo un ratón, con autos de alta gama y ”un alma que perder”...caballeros ávidos de levantar travestís, transexuales y maricas que ejercen la prostitución, ahí, donde el territorio ferroviario los convierte a ellos y a su clientela en un sexo neutral, ahí apenas y de día, funciona el bar del Decano, un bodegón detenido en el tiempo, como un homenaje de sus hijos a un padre que ya no esta, pero que permanece como entonces, paredes y mostradores; solo que vacíos de lustre y despeinados. Sombrío y húmedo el boliche al que concurren bebedores de alta cultura enólica y comensales amantes de la gastronomía “casera”. Nunca una mujer, más allá de alguna adolescente que tratara de sacar de regreso a su casa a un padre extraviado en el alcohol. Ese jueves el menú del día ofrecía vacío con papas al horno, me senté cerca de la pared desde donde podía ver de un planeo toda la sala, completas las mesas de comensales hambrientos y ruidosos modos, de voces estruendosas y gestos ampulosos. A mi derecha y frente a la ventana, solo y al costado, almorzaba un hombre mayor, de unos setenta y tantos años, de piel corrugada como un cartón, la piel finita de sus manos muy manchadas de pecas y lunares, temblorosas y enfermas ellas, percutían contra el plato con los cubiertos, pero dentro de ese hombre curtido e irreconocible que apenas podía llevarse solo un bocado a su boca, se escondía un rostro familiar. Sabia que el pasado nos había puesto en la misma vereda de la cruz del tiempo...pero Solo fue necesario una palabra para encender mi memoria y disparar contra mi pasado. Un nombre,. Cholo lo llamaron, era él, el usurero. Me levanté y me dirigí a su mesa, despacio, como si al cruzar el salón pudiera proyectar al mismo tiempo dos actos de una misma obra de teatro. Era él, el usurero. Aquel que diera fin a la vida de mi padre. Ese que lo despellejó  vivo quedándose con las máquinas del taller y dejándonos en la ruina. Eramos chicos, pero yo me acuerdo, mamá terminó de criarnos como pudo después que papá amaneció tirado en un charco de sangre, en el baño, con su navaja de afeitar en una mano, un mechón de su propio cabello en la otra y un corte mortal en la yugular. Muerte dudosa decía la carátula, yo creo que papá mientras se afeitaba vio en el espejo su venganza y era el cuello del Cholo el que cortaba.

Por aquellos días recuerdo que papá no hacia más que predecir disparates; como que cuando fuéramos grandes no íbamos a poder usar relojes en la muñeca por que nos iban a cortar el brazo para robarnos, que las casas tendrían alarmas y sirenas que nadie escucharía cuando suenan. Que ya nadie creería en la familia y que la iglesia se convertiría en una mala palabra, que los gobiernos usarían al pueblo para mantener a sus representados, que el poder mafioso de los jefes sindicales sería tan grande que derrocarían gobiernos, que el aire se haría irrespirable y que el hombre trabajaría una jornada por 600cc de agua y un plato de porotos de soja. Disparates como estos pasaban por mi mente mientras lo veía beber al Cholo, sorbos que chorreaban por la comisura de sus labios, salpicando fuera más de lo que bebía. Me pare detrás de él y le apoye su cuchillo en el cogote. Miré sus manos temblar pero no percibí miedo en él, soy el hijo de Juan le dije con vos queda, mientras hacia presión tratando de cortar su carne gastada, (que dura es la piel de una culebra), él levanto levemente la cabeza en un gesto de ahogo que acompaño con un ruido gutural. No pude.

Solté el cuchillo mientras pensaba que el peor castigo fuera que el Cholo viviera hasta el fin de sus dias
 en ese  estado de inmundicia humana, me fui yendo cuando el silencio se había adueñado del lugar . Sentí como puñales las miradas que me lanzaban desde las mesas más lejanas.
Me consta, uno puede apestar a distancia,/ si bajo las axilas, corren sudados recuerdos/ de historias sin vivir…/
Por que nada se deja en este mundo/ con más pesar,/ que aquellas cosas que nunca/ nos animamos a dar por terminadas.


martes, marzo 08, 2011

8 de Marzo Dia internacional de la mujer




"...Ha llegado la hora de la mujer que comparte una causa pública y ha muerto la hora de la mujer como valor inerte y numérico dentro de la sociedad. Ha llegado la hora de la mujer que piensa, juzga, rechaza o acepta, y ha muerto la hora de la mujer que asiste, atada e impotente, a la caprichosa elaboración política de los destinos de su país, que es, en definitiva, el destino de su hogar. Ha llegado la hora de la mujer argentina, íntegramente mujer en el goce paralelo de deberes y derechos comunes a todo ser humano que trabaja, y ha muerto la hora de la mujer compañera ocasional y colaboradora ínfima. Ha llegado, en síntesis, la hora de la mujer argentina redimida del tutelaje social, y ha muerto la hora de la mujer relegada a la más precaria tangencia con el verdadero mundo dinámico de la vida moderna."



(12 de marzo de 1947)


María Eva Duarte de Perón

martes, marzo 01, 2011

Gsusa y yo


Ella va con su cuerpo al hombro, perfilándose al Golgotha, Gsusa, sabe que mañana también será absurdo, que la piedra siempre rodará otra vez por la ladera cuando crea tenerla en la cima, pero ella insiste, ella empuja hijos a la escuela, como se empuja al presente para convertirlo en futuro, pone la mesa para levantar luego, vacíos de migas los platos sucios de la última cena, lava la ropa para que se ensucie otra vez mañana, sin culpables ni culpas. Pinta sus labios y sus ojos en el lienzo de la indiferencia donde él no será capaz de reconocer el cambio y se quedará otra vez dormido sentado en la cama con el control de la tele en la mano, Gsusa sabe, o cree que sabe,que las calabazas como los conejos y los sapos no se cuecen en el caldero de la vida real para dar carrozas y corceles, pero ella insiste, agita escobas por los rincones y esconde pensamientos debajo de la alfombra mientras espera confiada que mañana el sol; le finja una sonrisa y un guiño. Que al desayunar en el shop de la Shell, antes de ir a la oficina, ese hombre de la mesa de enfrente le dirija la palabra, le invite ese café que está tomando y al menos deslice un comentario a cerca de lo ingenioso de Matt Groening para crear el personaje de Homero Simpson.


Gsusa solo necesita que la escuchen, pero ella grita para adentro:
*-“Del otro lado de la noche
la espera su nombre,/su subrepticio anhelo de vivir,/¡del otro lado de la noche!”

*-la cita es del poema de Alejandra Pizarnik,  "Poema para Emily Dickinson"