jueves, septiembre 04, 2008

Metempsicosis o Bajo los adoquines está la playa



Hoy salí temprano, sin ese apuro que hace que corras para llegar más pronto a ninguna parte, salí buscando un recuerdo, algo que me quede grabado en la memoria para cuando sea viejo, por que si hay algo que me fascina de ser viejo es esa prodigiosa capacidad de archivar recuerdos dignos de ser contados.
Entonces veo adentro del recuerdo un joven, alguien que nunca podrá ser viejo mientras conserve la capacidad de asombrarse, por que la vejez, esa enfermedad que va dejándonos secuelas a lo largo de la vida, mientras no logre hacernos perder la capacidad de asombro no podrá darse por satisfecha, no habrá logrado su objetivo., ese de ponernos en ridículo frente a jóvenes adolescentes que se avergüenzan de la compañía de un viejo. Al volver busque un espejo en que mirarme, y observe que hacia tanto no lo hacia, que yo también había cambiado, que como Quilmes, yo ya no era el mismo, tampoco. Quilmes y yo habíamos crecido, juntos, si. En la esquina de Colón y Lavalle terminaban de demoler una casona de esas de tarjeta postal (no me pidas que recuerde el nombre de sus habitantes, y dije habitantes y no dueños, por que finalmente uno no es dueño de nada, y en este paso por estas calles rotas (secuelas que quedan de ejercer el verbo) lo que da muerte es pensar que todo tiempo pasado fue mejor.
Volví sin ese recuerdo que buscaba, el presente se comió al futuro en la memoria.
Cruce la plaza en diagonal para pasar cerca de la fuente cuadrilonga y sin garbo pese a que pretendió ser surrealista y me cruce con alguien que caminaba con mis mismas pulsaciones. Le pregunte si sabia que estaban por hacer en esa esquina donde demolieron, un sanatorio privado o un geriátrico me contestó,( tal vez con cierta ironía que no supe entender) inclino la cabeza, se encogió de hombros con resignación y seguí caminando.
Pronto mis ojos estarán tan acostumbrados a este nuevo rostro que hasta pondría en duda que alguna vez, siendo adolescente, me senté en esa misma plaza a escuchar historias de calles empedradas, mayos en francia y utopias Cubanas sin vergüenza ni miedos.