miércoles, mayo 16, 2007

Crónica de un asesinato sin remedio casero



“Locura es la Magia es probar a volcar lo que hay en el fondo de ti Magia es verte sonreír... Magia es probar a saltar sin mirar Es caer y volver a empezar. ...”

Rosana Arbelo



Ellos habitaban mundos que matemáticamente debían colisionar, hay encuentros inevitables entre quienes buscan escapar de su sombra corriendo hacia delante.
La conoció tarde para salvarla, siempre tubo delirios de héroe, un redentor inmune a la Kriptonita, aunque el tratara de negarlo, ambos supieron llamarse la atención.

Nantes estaba más cerca de la misoginia que del onanismo, pero al menos ella le había dedicado unas líneas, ya retirada no hacia otra cosa que escribir; le dedico un epitafio
Que mandó a grabar sobre un trozo de carrara.

Se encontraron, no hay distancias insalvables, se mordieron los labios, se sangraron las bocas, se revolcaron hambrientos en un barro de metáforas, no siempre se habla con palabras, hasta que se hizo silencio, descubrieron que los dos estaban muertos, se habían matado mutuamente. Se mataron de desamor, de pena de si mismos, se mataron de empeño por matarse.

A los catorce años imbuida por una amiga cinco años mayor, Mirna huyo de su casa paterna y de las constantes hostilidades que su padre descargaba sobre su madre y comenzó a trabajar en ”El Mula Bandha”, un burdel cinco estrellas con fachada de resto and drinks.

Nantes hacia años que había logrado sepultar su recuerdo encubriéndolo en una lastimera metáfora tan hermana a una odiosa comparación, solo que así, tirando esperma en sábanas de alquiler podía negar el como para sustituirlo por una irrealidad, por un cuerpo despojado de alma, por una ficción, una representación barata de la verdad asimilada al bulto de su billetera.
Había aprendido a proteger a Psique encadenando a Eros a la pata de la cama y a conformarse con un tablas en la partida dada por perdida.
Para Nantes coger era sustituir la palabra amor en la metáfora, era el atajo y la coartada.
Era el placer de no arriesgarse a soñar.
Así evadía su destino de gusano. Sin involucrarse. La vida eterna era para Nantes un accidente previsible si lograba chantajear al abandono.

Una cortina de humo separaba los reservados del canto-bar Holliwoodense donde se conocieron, un grupo cosmopolita de adolescentes bien entrenadas oficiaban de anfitrionas frente a las visitas de acaudalados empresarios que asistían solos o con sus amantes, ávidos de incursionar en elaboradas prácticas hindúes y budistas, especialmente en el culto de la energía femenina.
En estas prácticas de yoga a veces extremas y en la exaltación del mundo como medio para alcanzar la iluminación se incursionaba en una deformación del Kundalini que daba palabra de hacer y acontecer en las más elaboradas técnicas de retención del semen permitiendo que los hombres tengan múltiples orgasmos, así como que las mujeres experimenten nuevas dimensiones de la sexualidad.

Mirna era considerada como una extremista que odiaba a los hombres, con tendencias lesbianas y frígidas como es el caso del estereotipo sexista, esta tendencia hacia suponer que ella podía organizarse sola, sin hombres en su vida, pues su lucha interior y subconsciente estaba dirigida, tenia por blanco el patriarcado. Ella nunca lo supo, pero detrás de su adoración paterna latía una pulsión tanática hacia su padre.

Ella murió durmiendo con su orgullo perfumado con rencor devaluado; se estrangulo con la baba de un despecho atado al cielo raso de la duda. Por no poder exterminar a quien quería desamarró su poder sobre un bestiario acorralado y dispuesto a eyacular una sonrisa.

El sabía que la traición vale solo treinta monedas y que no hay cruz más penosa que la de vivir en la cobardía feroz de saberse vulnerable.
Toda palabra ofrece dos aspectos: uno es el sonido gutural del aire silbando entre los labios, otro es el significado, y este aspecto tiene carácter eminentemente espiritual.
No sangrarían sus labios mientras no pronunciara el “verbo”.

Ambos se encontraron, era matemáticamente previsible. El tubo miedo a enamorarse otra vez, ella a que el amor la manipule.
Solo queda de este encuentro el filoso puñal del silencio sangrando finales sin principios.
En el Hospital psiquiátrico "Dr. Miguel Vallebueno", en la ciudad de Durango, Estado de Durango, dos pacientes son llevados del pabellón para enajenados mentales al recinto de la morgue.