lunes, agosto 21, 2006

Son gritos en el cielo y en la tierra son actos...




“Desde el fondo de ti y arrodillado
Un niño triste como yo nos mira…”

Pablo Neruda




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Por Juan de los Palotes


Pecado original


Mañana a la hora señalada naceré muerto.
Soy hijo de un chacal y una madre débil,
un engendro en oprobio
atado al cordón del recuerdo deshonroso.
No se que doloroso pueda ser
nacer muriendo,
no se si el método que dicta la sentencia
será tortura o calma bienhechora.
Soy un aborto programado;
un reo en su celda
contando los latidos que le quedan




La primera piedra


Ya era tarde para ella y por descuido de tabúes y míticos silencios aún temprano, eternamente el alba para alumbrar semilla, para cargar colgando a su pezón el arte de amamantar la vida.
Solo le dijeron que entre ahí para hacerse unos estudios.
Al despertar, habría madurado de golpe; su panza desinflada como un interrogante vacío de respuestas dispararía la pregunta inevitable.
Hay inocencias de puridad cronológica y otras que se detienen en la biológica metamorfosis de crecer para seguir creyendo.
Con sus 25 años su mente seguía diciendo tengo 8 y su madre seguiría decidiendo por ella como hasta ahora.
La bata blanca, la camilla, las potentes luces y el esperador abrirse de piernas en una letárgica modorra nunca tan parecida a la muerte; dentro de ella otros latidos galopan, se defienden, reaccionan en espasmódicas convulsiones del instinto contra la agresión.
Como aquel día otra vez algo la penetra, esta vez segando la siembra de mala hierba.
Nunca sabrá la diferencia entre un estudio y un aborto programado; entre ser madre alumbradora y seguir siendo una hija en borrascosas sombras.
Mientras tanto un grupo de vecinos y manifestantes apedrean su casa, no menos libres de pecado que las circunstancias, al tiempo que otro sector de la opinión murmura vivas de que al fin el aborto no sea un crimen.






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