miércoles, junio 27, 2007

QUIEN SE ENGANCHA?( TALLER LITERARIO) juego



En mi taller literario he propuesto el ejercicio de utilizar estas palabras para hacer una composición: familia, bocadillo,dientes,negra, rotulador, atacante, anónimo, dedo, beligerantes, versión, Alicia y humano. Deben aparecer en el mismo orden y sin variar en el género o el número. Tenemos quince minutos. Quien sigue?


Ejemplo:


Toda familia tiene una estructura psíquica similar, quien puede negarlo? y cuanto más numerosos sus miembros, más completo el mapa genético.
Basta un bocadillo, un piscolabis para que las lenguas retuerzan y flameen en el paladar, contra los dientes, con los labios apretados y dispuestos a desterrar, a escupir fuera la oveja masticada por negra.
Por otra parte, siempre hay entre la lista de parientes un rotulador, alguien que sin ponerse en atacante, sin estar entre los que levantan armas en el pelotón;
anónimo y desde afuera de las filas, ordena: preparen, apunten, fuego!!!
poniendo el dedo señalador y crispado, precisamente en esa llaga que no queres que sea ya escarbada.
Beligerantes, o no, el estado hipócrita de la familia es aquel que en el mejor de los casos sabe unirse incondicionalmente para defenestrar y urdir una cerrada trama de miserias en torno a y sobre quien como autor de su propia versión de los hechos y la vida, como Alicia, ha sabido despegar del condón ancestral de déspotas y opresores mandatos, para convertirse en un ser humano independiente.

8 comentarios:

carmen dijo...

Tengo una familia algo especial, sobre todo destacaría mi niño que suele pedirme un bocadillo de atún todas las tardes para merendar.
No es aconsejable para él pues sus dientes tienen unos hierros que le afean un poco. Así le suelo decir que tenga más cuidado al masticar.
Pero su condición de “cerdito” se acrecienta a la hora de vestirse. Le encanta colocarse su camisa negra argumentando que las manchas se ven menos en lo oscuro. Pero tiene en ella unos rastros que destacan sobre el negro; fueron producidos por un rotulador fosforescente.
Mi niño, demasiado activo, adquiere una actitud atacante cuando se le desafía pero permanece en la quietud cuando hace una travesura.
Un día dejó un mensaje cerca de un jarrón roto: “yo no he sido, es el señor anónimo quien lo ha hecho”.
Sin embargo vi un pequeño corte en su dedo meñique producido, estoy segura de ello, por un trozo del jarrón.
Sus actos beligerantes se deben al nacimiento de su hermana. Está enfadado desde entonces pero la versión que suele dar a sus abuelos es que la culpable es ella.
Así, Alicia que es cómo se llama mi niña se defiende en su cuna a base de llantos.
Ah, olvidé de mencionaros el nombre de mi niño. Es Horacio.
Normal, me diréis, olvidar es humano.

Alejandra Dening dijo...

Ahora comprendo por qué no me engancho con ningún taller literario... no es ninguna crítica ( o sí?) pero me da la sensación que se trata más de juegos matemáticos que de literatura. Viva el verso libre! jaja

;)

Horacio Fioriello dijo...

Carmen! gracias por tu sentido lúdico del humor, es increíble como un ejercicio tal calculado y contra reloj puede dispararnos por caminos diferentes, gracias por tu enganche!


besos
Horacio

Anónimo dijo...

horacio
tallerear es seguir creciendo sin darse cuenta,en esto de escribir
tiene toda la libertad del mundo el cómo seguir una consigna
y de golpe nos sorprende la magia del trance ,de la historia que brota solo con un disparador de la primera palabra...luego es tan libre lo que sigue es la libertad de dispararse uno por donde le plazca y usara el resto de palabras o no ,la historia ya nació por sus propios medios se parió sola al dejar andar la tinta y toma identidad libre...ninguna será igual a la otra.
y ya no importa si usamos los 15 minutos ,menos o más,una se desconecta del tiempo y solo escribe la historia que no deja de fluir y concluye cuando ella misma se da por terminada

mi tallereada sobre tu propuesta,la dejé a mis orillas de cuentera

un beso,gracias por prender la chispa
mabel

FiNi dijo...

Esta estúpida estúpida lluvia, hace que mi familia se harte de aguas y ríos.
¡Un bocadillo por favor, basta de tanto líquido!, atiné a decirles entre dientes.
¿No les conté?
Cuando llueve, nada sólido hay en la mesa.
La sombra negra de la abuela, suele
pasar por nuestras mentes, ella, quien no dejaba atacante anónimo sin descubrir.
¿Tampoco les conté?
Teníamos un juego! señalabamos con el dedo y fantasmas beligerantes corrían al ataque de su bien amada memoria, ya que nos contaba como se ganaba la envidia de las vecinas descubriendo casos a lo Agatha Christie.
En fin...esta esúpida estúpida lluvia hace que cuente más de la cuenta.
Mi familia es una versión de Alicia en el país de las Maravillas, con más de una Alicia, claro está y mas de un conejo parlante.
En fin...solo somos seres humanos, eh?
¿No les conté?!!!!

dèbora hadaza dijo...

Mi familia me come como si yo fuera un bocadillo, entre sus dientes me muelen y todo porque amanecí negra; me escribo en la frente con un rotulador que no soy su atacante, pero un anónimo me salva al llamarse con su dedo, beligerantes mis hermanos trantan de estorbarme, su versión es que soy una Alicia máldita que se tragó al conejo, y no tienen idea que lo único que hice fue volverlo humano.

Maria Ines dijo...

La familia estaba reunida frente al hogar a leños que mantenía el ambiente con una calidez envolvente. Julia comía un bocadillo con gran entusiasmo, mientras Juan le sonreía mostrando sus hermosos dientes. La noche estaba en su apogeo con un cielo estrellado y sin embargo, la túnica negra de Julia parecía transparente con la ayuda de ese viento suave que hacía un trabajo maravilloso de seducción. Juan abre el armario para sacar un rotulador que le ayude a acomodar los cajones del escritorio…
De pronto se escucha el ladrido del perro y rápido Julia se asoma cuidadosamente a la ventana donde alcanza a ver al atacante del bolso de Enrique, que pálido del susto golpeó fuertemente la puerta para entrar. Tenía el dedo magullado por el forcejeo y la actitud beligerante de su atacante que rápido como la luz desapareció raudamente.
La versión de Enrique fue angustiante pero Alicia le acarició suavemente la cara y le regresó la sensación de ser humano.

Me gustan estos ejercicios porque te llevan a caminos muy diferentes a los usuales.
Cariños

Anónimo dijo...

Tengo una familia en la cual todo son obesos;
de hecho, una cuerda de gordos adictos al bocadillo,
-cualquier bocadillo que sea-; son unos glotones al natural;
cuya filosofía de vida, como la de los chinos,
es la de comer lo que corra, se arrastre o vuela…,
tengo una familia compuesta de unos prisioneros de los dientes y las muelas, que no verán nunca como “negra” la dicha de vivir para comer;
de otra manera, no tendrían sentido nuestras fiestas familiares,
como no bastaría, por cierto, un rotulador para hacer un cuadro familiar.
Mi padre, por ejemplo, es un atacante silencioso de la nevera,
aparte de ser alcohólico anónimo negado,
¡cuidado con él!, porque cuando su dedo apunta a tu plato,
hasta los más beligerantes tiemblan, no puedes decirle que no,
es una versión gruesa de Rambo, que de verlo te impresiona…,
Alicia, ¡y pensar que yo soy el único flaco!
En fin, como un simple mortal ser humano, reafirmo,
para que no te quede duda nunca, que gordos y todo, los amo mucho,
y si existiera la reencarnación, pediría volver a la misma familia,
pues de seguro, moriría de cualquier cosa, menos de inanición.

Un abrazo, Horacio.