Un poema de Alina Diaconú
Hace 3 meses.
Comencé removiendo escombros, a pala y pico un refugio donde atrincherarme. Un canal en busca de mi mismo, ahí, donde mi olfato perdió el rastro de mis huesos. …Y me encontré, un día me di cuenta que era tan solo un Juan de los Palotes y que aún estaba vivo. Entonces entendí que debajo de mis huesos la tierra siempre espera paciente incluir en ella una semilla . Entrá, cambia la yerba, tengo unos leños encendidos con la pava al costado esperando tu visita; tomas unos mates?
Hoy gasté mi única moneda;
esa que atesoré bajo mi lengua
para el hijo de la noche.
Que vague entonces
mi alma por el río neblinoso
hurgando ese argumento
que convierte en héroes
a los mártires.
Publicadas por
Horacio Fioriello
a la/s
11:48 a. m.
1 comentario:
que poderoso se torna el hijo de la noche en el poema
osea que poderoso tu verso
trasmite el instante de usar ese último valuarte
se ve el alma vagando
con la fuerza encontrar ese misterio de ser héroe y dejar de ser el mártir
me conmueve por la vena coraje de decir
gracias
ahí estás de nuevo,horacio,es tu decir fuerte!
abrazo
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