viernes, agosto 31, 2007

Cimitarra




Un alquimista se desvela noche tras noche por conseguir la Piedra Filosofal que convertirá el plomo en oro. O por descubrir, al menos, la píldora de la inmortalidad. Habrá empezado por machacar la Materia Prima, Caos o Agente Mágico Universal: una sustancia pétrea de ardua recolección, usualmente oculta entre desechos pútridos y miasmas. Después, habrá introducido esa mezcla en un recipiente fabricado con cristales de gran pureza mediante procedimientos secretos. Con paciencia que no es de este mundo, el alquimista humedecerá luego ese preparado con el rocío primaveral cuya obtención sólo dominan los iniciados, para someterlo enseguida a la cocción en un Atanor, cuyo fuego ha de ser regular y constante pero no excesivo, y jamás debe apagarse, ni de día ni de noche. Es un fuego secreto, para alimentar el cual es decisiva una sal primordial, sintetizada por métodos químicos... Estará consumándose, de este modo, la Magna Obra de la alquimia, que incluye dos etapas fundamentales: la muerte y
putrefacción de aquella sustancia primera, y más tarde su resurrección en una forma nueva más noble y mejor.

Malê, (asi se llamaba a todos los negros esclavos islamizados), solía contar historias asombrosas, una noche mientras los herreros del establo roían unos huesos de buey, sacó a relucir una cimitarra, y aseguro que estaba forjada con pasta Damasquina solo que su autor nunca lo supo,una receta alquimica que fue robada por los Sirios. Esta cimitarra tenia su historia, habia pertenecido a Salah al-Din Yusuf, ( Saladino),conocido por haber devuelto Jerusalén a los musulmanes, derrotando y expulsando a los cruzados. Este acontecimiento provocó una nueva cruzada (la tercera) liderada por el famoso rey de Inglaterra Ricardo Corazón de León.
Cuando Ricardo Corazón de León se encontró en las cruzadas con el gran Saladino, éste, tomó un cojín de seda y lo partió en dos con su cimitarra sin la sombra de un esfuerzo, al grado de que el cojín pareció abrirse por sí mismo. Entonces lanzó un veló al aire y con su arma lo desgarró. Así, en tiempos de los cruzados, las espadas de Damasco se convirtieron en legendarias. Durante siglos fueron fascinación y frustración de los herreros de toda la Europa occidental que trataron en vano de reproducirlas…

Idéntico afán movía al mítico alquimista italiano Artefio, prosiguió, quien juraba haber alcanzado la edad de mil años y transmitió así su legado principal: "Cuando del hierro mezclado con carbón, negro por la cocción, veas elevarse el color blanco, resplandeciente como una espada desnuda, será preciso continuar calcinando hasta que se manifieste la rojez centelleante, y en este momento cumbre la piedra filosofal aparecerá ante tus ojos".
Malê,siguió su relato con los ojos brillosos,
Con el mismo acero forjaron mis abuelos, ellos mismos, sus grilletes…pudiendo haber fraguado cimitarras que cortaran sus cadenas.

1 comentario:

peregrina dijo...

Tengo la piel erizada...
Y caramba, qué buen prosista!
Ponga audio y deje su voz contando, se me hace que es un excelente contador de historias.
UN beso cimitarra de sonrisa.