jueves, marzo 18, 2010

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lloran los gatos en el techo
el desgarro de unos perros
abotonados en la vereda.


Gime una vecina en su cama,
(menos exageran las palomas
en el umbral de mi puerta.)


Ella agota un silencio que estremece
mientras jadea en sus dedos
mojados de saliva
un estertor húmedo de orgasmo.


El hombre de traje a rayas
mira desde su mezquina ventana
y recuerda
el olor de la libertad


Cada uno, a su intimo ritmo,
entona los acordes
en que estallan las notas
de su propio encierro
cada uno es por un instante
su propio libertario y su verdugo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

"...y recuerda
el olor de la libertad."

Qué no hay peor forma de haber perdido el tiempo, ni más triste, que estando libre, no la hayas sentido nunca."


Un abrazo fuerte, colega.

DudaDesnuda dijo...

Los sentimientos son libres pero rara vez los hombres se atreven a obedecer esa libertad...

Besos silenciosos

AnaM.M.N dijo...

Que "Sabiniano" te leo.Matizo.Que magníficamente "sabiniano " te leo.

Cum laudem.Bravo.

Un abrazo

carmen dijo...

Los deseos son libres en la imaginación, en la realidad exterior están expuestos con frecuencia a nuestra propia condena del ego.
Muy sugerente...Me ha gustado.

Un abrazo :)